Para que un joven deportista logre un alto rendimiento, es necesario un largo proceso de entrenamiento. Una intervención adecuada sobre este proceso permite diseñar planes de preparación a largo plazo. Uno de los factores determinantes de la evolución de este proceso es el conocimiento de las posibilidades y del ritmo de desarrollo de las capacidades que intervienen en el rendimiento deportivo, ya que permite optimizar el proceso de entrenamiento durante varios años, gracias a la planificación de cargas y trabajos adecuados a las distintas etapas significativas en el desarrollo del deportista.
Parece obvio que la planificación a largo plazo está íntimamente relacionada con el entrenamiento de los jóvenes. El entrenamiento de niños y jóvenes es posible y recomendable siempre que se ajuste a las posibilidades y limitaciones de cada edad y sexo. Para ello, es necesario el respeto a los principios de adaptación a la edad y a la individualidad, lo cual implica considerar en todo momento las posibilidades biológicas, el talento, la motivación y la disposición del niño o niña para lograr resultados óptimos.
Deberíamos decir, como premisa básica, que el entrenamiento del joven deportista debe permitir y asegurar un normal y correcto desarrollo, al tiempo que previene trastornos ortopédicos causados por malas posturas o debilidades de algunos grupos musculares. Además, ha de preparar al deportista para lograr el mejor rendimiento posible a largo plazo. El rendimiento no habrá de estar limitado en cada etapa de desarrollo, deberá adaptarse (de acuerdo con su edad biológica y su maduración) a las posibilidades del joven deportista.
FACTORES QUE HAY QUE TENER EN CUENTA PARA QUE EL ENTRENAMIENTO DE LOS JÓVENES SEA APROPIADO
Un programa de entrenamiento bien organizado y planificado que comprenda varios años permite, a largo plazo, alcanzar resultados deportivos de alto nivel. En estos últimos años se ha podido ver con mayor claridad que sólo es posible alcanzar un rendimiento máximo cuando se sientan las bases para ello en la infancia y la adolescencia. La preparación consecuente, sistemática y a largo plazo del deportista para alcanzan un máximo rendimiento deportivo ha adquirido una importancia considerable.
Para lograr el objetivo de desarrollar las capacidades físicas en los niños y jóvenes, el entrenamiento ha de estar adaptado a ellos y ellas, y es necesario:
- Realizar un entrenamiento seguro.
- Tener en cuenta la edad biológica a la hora de llevar a cabo el entrenamiento.
- Perseguir la mejor reserva posible de adaptación a largo plazo.
- Respetar las condiciones óptimas para el entrenamiento de las distintas capacidades necesarias para el rendimiento deportivo.
- Afrontar, en el momento oportuno, la especialización del entrenamiento atendiendo a las características propias de los deportes.
ENTRENAMIENTO SEGURO
En el entrenamiento de competición, no es inusual que los deportistas jóvenes entrenen mucho. Sin embargo, un régimen de entrenamiento inadecuado o estresante puede ser perjudicial para la salud si el joven deportista está en pleno proceso de maduración de sus capacidades y sistemas biológicos. Son numerosos los estudios que señalan la fragilidad de las articulaciones de los jóvenes. Éstas son muy sensibles cuando se hace de ellas un uso excesivo. En consecuencia, demasiadas repeticiones pueden (incluso si la intensidad es baja) ocasionar lesiones o daños en el sistema locomotor. Estas dolencias no siempre aparecen combinadas con síntomas de fatiga, razón por la cual el entrenador debería anticiparse a la tensión locomotora local facilitando variaciones en los patrones de movimiento. En los jóvenes deportistas, el riesgo de lesión se identifica claramente con algunos ejercicios específicos de entrenamiento.
Además, si deseamos mejorar las condiciones de participación de los niños en los deportes, debemos tener una buena filosofía de los programas de entrenamiento. Ante todo, hay que considerar al deportista como persona, por encima del logro o la victoria. Cuando los entrenadores adopten esta perspectiva, podremos esperar que la experiencia del deporte ayude a los jóvenes a transformarse en seres humanos autónomos y responsables.
ENTRENAMIENTO ADECUADO A LA EDAD BIOLÓGICA
La composición del programa de entrenamiento depende no sólo de la seguridad en el entrenamiento sino también de la edad biológica de los deportistas. Dependiendo de la maduración biológica de los deportistas, el efecto del entrenamiento puede variar cuantitativamente (puede producirse el mismo efecto pero en mayor o menor medida) o cualitativamente (puede producirse otro efecto).
Por ejemplo, si consideramos la variación cuantitativa del efecto de entrenamiento, el tiempo de reacción, la flexibilidad y la técnica pueden entrenarse bien desde temprana edad (5 a 8 años). Un entrenamiento exitoso de la capacidad de resistencia es posible desde los 7 años.
Otros aspectos del acondicionamiento, como la fuerza máxima, la resistencia a la fuerza y la potencia anaeróbica, solo pueden entrenarse con resultados plenamente satisfactorios a partir de los 16 años, si se trata de chicas, y de los 18, si se trata de chicos.
Por otro lado, en lo que respecta a la variación cualitativa del efecto de entrenamiento, la investigación ha demostrado que los deportistas jóvenes no reaccionan del mismo modo que los adultos a cierto tipo de entrenamiento.
Cuando el desarrollo es normal, la edad cronológica y la biológica concuerdan, pero cuando los jóvenes retrasan o aceleran su nivel de maduración, los efectos sobre el rendimiento son diferentes y ajenos a causas relacionadas exclusivamente al entrenamiento. Existe una gran coincidencia en la opinión de que el éxito en los deportes de niños puede atribuirse al desarrollo fisiológico. La mayoría de los niños en los que se aprecia una maduración temprana, tiene más tejido muscular, huesos más largos y más fuerza, y muestra una elevada coordinación motora. En consecuencia, generalmente, estos niños ocupan las primeras posiciones en los deportes individuales o están en las alineaciones iniciales en los deportes de equipo.
Tal vez por este motivo resulta difícil creer que los niños que son tardíos en su maduración puedan ser buenos deportistas en el futuro. Sin embargo, existen investigaciones que demuestran que los jóvenes de maduración tardía tienden a lograr una altura ligeramente mayor y llegan a ser más fuertes en la edad adulta. El éxito temprano en un deporte, no garantiza que este se mantenga una vez alcanzada la edad adulta. En la mayoría de los deportes, los niños compiten con aquellos que tienen su misma edad cronológica, lo que favorece a los niños de maduración temprana y perjudica a los de maduración tardía. Lo más correcto sería agruparlos según su nivel de maduración en el mismo periodo.
Desde el punto de vista de la posible influencia del entrenamiento en la maduración, no existe prueba experimental que permita creer que un entrenamiento deportivo regular acelere o retarde la maduración esquelética del niño.
Un estudio cuidadoso de las características más representativas del desarrollo de los niños será una ayuda importante a la hora de formular los programas según las necesidades, los intereses y las capacidades de desarrollo de gran parte de los jóvenes, pero no de todos. Lo importante es que una enseñanza y un entrenamiento individualizado permitan a los entrenadores darse cuenta, siempre que sea posible, de las diferencias individuales.
Y para terminar, os recomiendo que sigáis leyendo esta entrada donde os explico varios aspectos más que son muy importantes para tenerlos en cuenta 😉
BIBLIOGRAFÍA
- Apuntes Universidad Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.