Para llevar a cabo la contracción de nuestros músculos y generar así la fuerza que nos impulsa para correr, necesitamos obtener energía mediante vías o rutas metabólicas. Éstas se dividen en dos grandes vías:
- Rutas aeróbicas: de donde sacamos energía en forma de ATP (adenosin trifosfato) en presencia de oxígeno.
- Rutas anaeróbicas: con las que obtenemos energía en forma de ATP pero sin presencia de oxígeno.
Tipos de fibras musculares
Existen dos tipos de fibras musculares, las tipo I o fibras lentas y las tipo II o fibras rápidas. Y según sean de un tipo o de otro las fibras, el perfil metabólico de los músculos de un corredor o corredora será diferente.
- Las fibras musculares lentas o tipo I son fibras principalmente aeróbicas, ya que tienen el sistema de obtener energía en forma de ATP con presencia de oxígeno a partir de las grasas, los hidratos de carbono e incluso de las proteínas.
- Las fibras rápidas o tipo II, obtienen energía en forma de ATP a través de las rutas anaeróbicas, es decir, sin presencia de oxígeno. Estas pueden generar energía solo a partir de los hidratos de carbono, y además es cuando se produce ácido láctico como producto final de la reacción metabólica.
Combustibles principales durante la carrera
Durante la carrera, hay dos combustibles principales, aunque la proporción de cada uno de ellos depende de varios factores: estos son los hidratos de carbono y las grasas (ácidos grasos).
-
- Los hidratos de carbono los almacenamos en nuestro organismo en forma de glucógeno en el hígado y en los músculos esqueléticos.
- Los ácidos grasos los almacenamos formando el tejido adiposo, que se acumula debajo de la piel, entre las vísceras (abdominal) o en el interior de los músculos (intramuscular).
Agotamiento del glucógeno y fatiga
El glucógeno tiene un límite de almacenamiento, esto quiere decir que una vez que se llenan los depósitos, ya no podemos seguir llenándolos. Además, aunque nos alimentemos correctamente, nuestras reservas se agotarían en unas 2 o 2 horas y media de carrera, dependiendo de la intensidad o del ritmo que llevemos, esto sucede cuando llevamos un ritmo alto.
Cuando se agotan nuestros depósitos de glucógeno, es cuando aparece la fatiga, que es cuando tenemos que disminuir el ritmo de carrera, y no necesariamente debemos pararnos sino que podremos seguir corriendo pero a un ritmo inferior al que llevábamos. Esto sucede mucho en corredores y corredoras de media maratón y maratón.
Además, cuando se gastan estos depósitos de glucógeno muscular y del hígado pasa también que se comienzan a utilizar los depósitos de glucosa circulante en la sangre, lo que provoca estados de hipoglucemia, que pueden causar incluso pérdidas de conocimiento del corredor o corredora, ya que la glucosa es el sustrato energético de las neuronas.
El muro de la maratón
Un ejemplo claro de fatiga muscular cuando se agotan los hidratos de carbono, es el famoso muro de la maratón, que es el momento en el que se vacían los depósitos de glucógeno de los corredores y corredoras (fatiga) y siguen la carrera pero ahora el cuerpo utiliza las grasas como combustible, lo que hace que aparezcan las malas sensaciones de cansancio y fatiga, y una disminución considerable del ritmo de carrera.
Pero no siempre tiene que aparecer este muro. Si hacemos una adecuada adaptación con los entrenamientos y llevamos una correcta alimentación durante la carrera, podemos evitar que aparezca «el muro».