Los deportes de equipo (deportes de dinámica intermitente o acíclicos) demandan una compleja interacción entre aspectos técnicos, tácticos, psicológicos y fisiológicos. El conocimiento de las respuestas fisiológicas individuales asociadas al juego, así como las características fisiológicas individuales del jugador deberían ser las bases sobre las que realizar los programas de preparación física que aseguran el mantenimiento del rendimiento físico durante la temporada competitiva y minimizar el riesgo de lesión del jugador. Este conocimiento permitiría estructurar además planes de apoyo nutricional, ayudas ergogénicas y medidas de recuperación que den soporte a las demandas asociadas tanto al entrenamiento como a la competición.
DEMANDAS FÍSICAS EN LOS DEPORTES DE DINÁMICA INTERMITENTE
El patrón de la actividad física que se observa durante un partido en cualquier deporte de equipo es una combinación de la implicación directa del jugador en respuesta a las acciones de ataque-defensa de su equipo y del equipo oponente, las limitaciones tácticas impuestas por su posición en el campo y el modelo de juego desarrollado tanto por su equipo como por el equipo contrario y de la voluntad del jugador de apoyar a sus compañeros de equipo. Desde un punto de vista fisiológico, este patrón de actividad física se puede describir como un ejercicio de moderada duración que incluye esfuerzos repetidos (intermitentes) a alta intensidad intercalados con periodos de recuperación de baja/moderada intensidad o de pausa total. Aunque todos los deportes de equipo comparten ciertas características fisiológicas que son relativamente comunes a todos, pero todos ellos son diferentes. En esta entrada me voy a centrar en el fútbol, dado que es el deporte del que más datos existen.
Uno de los métodos más utilizados para conocer las demandas fisiológicas asociadas a un partido de fútbol, es el de medir la distancia recorrida durante el mismo. En la actualidad, la mayoría de equipos de élite tienen acceso a sistemas de análisis que les permite conocer el rendimiento físico (así como el técnico/táctico) de cada futbolista durante el partido. Un jugador recorre normalmente entre 8 y 12 kilómetros por partido. El patrón de movimiento o ejercicio en el fútbol es intermitente, variable y realizado a diferentes intensidades que incluyen caminar, trotar, correr, esprintar, andar para atrás, saltar, entradas, regates, conducciones de balón, remates de cabeza, pases o controles con un cambio de actividad/tarea cada 4-6 segundos aproximadamente. La distancia recorrida en la segunda parte es un 5-10% menos que la recorrida en la primera parte. Aunque la mayoría de la distancia recorrida durante el partido se realiza a bajas intensidades, los periodos de alta intensidad parecen ser los de mayor importancia para el desarrollo del partido. El volumen de ejercicio de alta intensidad, y no la distancia total recorrida, que se realiza durante un partido parece ser lo que diferencia a los jugadores de élite de los jugadores de menor nivel. Es importante resaltar que en estas actividades de alta intensidad no se incluyen otras acciones de gran intensidad y que tienen un elevado coste energético como aceleraciones, entradas o saltos.
DEMANDAS FISIOLÓGICAS EN LOS DEPORTES DE DINÁMICA INTERMITENTE
FRECUENCIA CARDIACA
La frecuencia cardiaca media durante un partido de fútbol se encuentra alrededor del 85% de la frecuencia cardiaca máxima y los valores de frecuencia cardiaca pico se encuentran cercanos a la máxima. El consumo de oxígeno medio está alrededor del 70% del VO2máx.
RESPUESTAS METABÓLICAS
El ejercicio físico en fútbol intercala esfuerzos de alta intensidad de duración variable con periodos de trabajo a baja intensidad o periodos de descanso. Así que las demandas metabólicas/energéticas alternan entre el aprovisionamiento energético durante los partidos de alta intensidad y la recuperación de los depósitos energéticos y el reequilibrio de la homeostasis celular durante los intervalos de recuperación. Aunque las fases críticas del partido como los duelos, los contraataques, los tiros, los cambios rápidos de dirección o las aceleraciones cortas dependen probablemente del metabolismo anaeróbico, estas acciones están súper-impuestas sobre un fondo predominante aeróbico de actividades submáximas.
El hecho que los jugadores de fútbol realicen aproximadamente unas 200 acciones a alta intensidad durante el partido indica que los índices de utilización del metabolismo anaeróbico son altos durante determinados momentos del partido. Aunque no se haya estudiado directamente, el ejercicio de alta intensidad realizado durante el partido solicitaría de forma intensa la degradación de los depósitos musculares de fosfocreatina que se resintetizaría en los periodos de baja intensidad/descanso posteriores. Los valores de lactato también aumentan durante los partidos.
El glucógeno muscular se reduce entre un 40% y un 90% durante un partido y probablemente sea el sustrato energético más importante para los jugadores de fútbol, pero de esto hay un reducido número de estudios que lo han medido hasta ahora.
El metabolismo lipolítico también parece jugar un papel importante durante un partido de fútbol. Las concentraciones de ácidos grasos libres en la sangre aumentan de forma progresiva durante el partido, particularmente en la segunda parte. Los frecuentes periodos de descanso y baja intensidad durante el partido permiten un aumento significativo del flujo sanguíneo en el tejido adiposo, lo que facilita la aparición de los ácidos grasos libres en la sangre. Esta elevada participación del metabolismo lipolítico, también apoyada por los altos niveles de glicerol, podría tener la función de compensar por el descenso en los niveles de glucógeno muscular.
En resumen, los jugadores de fútbol tienen unas demandas aeróbicas elevadas durante todo el partido así como periodos frecuentes de altas demandas anaeróbicas.
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